Muchos de nosotros seguramente nos habremos dejado llevar: vimos un equipo con una etiqueta llamativa que especificaba más “watts PMPO” (si eran varios millares más, mejor) que el del costado y pensamos que era superior. Lamentablemente, estuvimos equivocados.

Los fabricantes de equipos de audio masivos se dieron cuenta de la “locura por los watts” y le supieron “sacar el jugo” por largo tiempo a esta “enfermedad”. Actualmente, los organismos reguladores de diversos países están tratando de acabar con el engaño.

Para entender cómo se originó el concepto de “potencia PMPO” debemos comprender primero el de “potencia continua” (mal llamada a veces “potencia RMS”).

La potencia continua se calcula midiendo -a la salida del amplificador- el voltaje RMS máximo -de una señal sinusoidal aplicada a una resistencia (típicamente de 8, 4 ó 2 ohmios)- antes de llegar a cierto porcentaje de distorsión armónica total (digamos 1%). A dicho voltaje RMS se le conoce también como “valor nominal”. El parlante que se conecte al amplificador debe ser capaz de tolerar y sonar bien con la potencia que éste es capaz de “despachar”.

¿Y de dónde surge la “potencia PMPO”? Surge del hecho de que la música dista mucho de ser una señal tan regular como el de la onda sinusoidal usada para el cálculo de la potencia continua. En cualquier pasaje musical se suelen presentar bruscos picos (p. ej. los de la percusión) que exigen por algunos milisegundos al amplificador (y al parlante conectado). Esos picos naturalmente significan un mayor voltaje a la salida y, por lo tanto, una mayor potencia de manera transitoria. Es esta potencia transitoria la que pretende describir la “potencia PMPO”. De hecho “PMPO” significa “Peak Music Power Output”.

¿Y por qué resulta poco útil escoger un equipo sobre la base de los “PMPO”? En primer lugar, no existe un estándar de cómo se debe calcular la potencia PMPO, lo que incentiva el recurrir a diferentes trucos para mostrar un número inflado (p. ej., hacer la medición tolerando un porcentaje de distorsión armónica total absurdamente alto, como 10%). En segundo lugar, no se toma en cuenta la eficiencia del parlante (puede sonar más “fuerte”, si es más eficiente, con una misma potencia del amplificador). En tercer lugar, existen otros criterios más importantes para decir “esto suena mejor” que el nivel de presión sonora generado (como la respuesta de frecuencia o la respuesta impulsiva).

La conclusión de todo este rollo es que debemos prestar poca atención a esos “watts PMPO” y, en cambio, darle mucha más importancia a otros parámetros (como la potencia continua) y a “lo que dicen” nuestros oídos. Claro que si escuchamos un determinado equipo en un mal recinto, desde el punto de vista acústico, parecerá que nuestra compra es una porquería… pero ese es otro rollo.

Para mejor comprensión de la presente discusión, se puede revisar el enlace sobre “Audio power” en Wikipedia (artículo en inglés).

Crédito fotográfico: Jamie Hladky

 

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